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La depresión puede hacer que las personas experimenten un estado de ánimo bajo y sentimientos de tristeza. Los síntomas pueden variar de leves a graves, y cualquier persona puede sufrir una depresión.

Aunque algunas personas digan que están deprimidas cuando se sienten un poco decaídas o infelices durante unos días, esto es diferente de un estado clínico, que puede durar semanas o meses.

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Conoce las causas de la depresión, los efectos que puede tener y los tratamientos disponibles.

¿Qué es la depresión?

La depresión es una enfermedad mental común que puede provocar sentimientos negativos continuos y una falta de interés general en la vida cotidiana y en las actividades que la persona afectada solía disfrutar. También puede afectar al apetito y al sueño, con efectos colaterales como cansancio y falta de concentración. Las personas con depresión también pueden desarrollar una baja autoestima.

La enfermedad puede durar tiempo y tener un efecto negativo en el bienestar y disfrute de la vida y las relaciones.

¿Cuáles son los principales tipos de depresión?

La depresión suele diferenciarse en depresión mayor o depresión persistente o distimia. La depresión mayor se caracteriza por la presentación de síntomas todos los días durante al menos dos semanas; esto puede ocurrir una sola vez en la vida o repetirse en varios periodos. El trastorno depresivo persistente hace referencia a cuando una persona tiene episodios de depresión mayor intercalados con periodos de síntomas menos graves durante un periodo de al menos dos años.

En 2008, la Organización Mundial de la Salud situó la depresión mayor en el tercer lugar de una lista de las principales causas de «carga de enfermedad» (el impacto que un problema de salud tiene en una población) en todo el mundo, y estimó que la enfermedad ocuparía el primer lugar en 2030.

El trastorno depresivo persistente o distimia es un trastorno crónico del estado de ánimo que suele ser más incapacitante que un episodio de depresión mayor. El término engloba varias presentaciones clínicas, incluida la depresión mayor crónica y la depresión mayor recurrente sin recuperación entre episodios. Algunos tipos de depresión son propios de determinados grupos; por ejemplo, las mujeres embarazadas pueden experimentar una depresión perinatal o posparto en torno al nacimiento de su bebé. Lo más probable es que este tipo de depresión requiera un tratamiento especializado, que puede incluir terapia y medicación.

Otros trastornos depresivos son la depresión psicótica, el trastorno afectivo estacional, el trastorno bipolar, el trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo (en niños y jóvenes) y el trastorno disfórico premenstrual (TDPM).

La depresión psicótica es aquella en la que la alteración del estado de ánimo va acompañada de delirios, alucinaciones o ambos. Aunque antes se consideraba relativamente infrecuente, se presenta a menudo en la práctica clínica, sobre todo en pacientes deprimidos resistentes al tratamiento.

El trastorno afectivo estacional (TAE) es una combinación de alteraciones biológicas y del estado de ánimo con un patrón estacional, que suele producirse en otoño e invierno y remitir en primavera o verano. Los investigadores de un estudio descubrieron que, en un año determinado, alrededor del 5 % de la población estadounidense experimenta este trastorno, con síntomas durante aproximadamente el 40 % del año. Sin embargo, las estimaciones de prevalencia en otros estudios han variado del 0 % al 9,7 %. El TAE es más frecuente en las latitudes septentrionales más altas, pero la prevalencia varía según los grupos étnicos.

El diagnóstico de trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo es relativamente nuevo. Consiste en estallidos de mal humor frecuentes, persistentes y severos, desproporcionados a la situación y al contexto de desarrollo, combinados con un estado de ánimo constantemente enojado/irritable entre los estallidos de mal genio.

Los trastornos premenstruales afectan hasta al 12 % de las mujeres. Entre ellos se encuentran el síndrome premenstrual y el trastorno disfórico premenstrual, que engloban los síntomas psicológicos y físicos que causan un deterioro significativo durante la fase lútea del ciclo menstrual pero que se resuelven poco después de la menstruación.

¿Cuántas personas sufren depresión?

La depresión es una enfermedad común que se cree que afecta a más de 264 millones de personas en todo el mundo. Un estudio demostró que, en los 28 países de la Unión Europea, al menos 21 millones de personas sufrían depresión. Esto convierte a la depresión en el trastorno cerebral más costoso de Europa, con unos costes totales directos e indirectos que corresponden al 1 % de la economía total (producto interior bruto) de la UE.

Síntomas

La depresión puede causar una gran variedad de síntomas mentales y físicos, y los síntomas de una persona pueden ser distintos de los de otra.

¿Cuáles son los síntomas de la depresión?

Los síntomas de la depresión varían de leves a graves. A diferencia de los sentimientos de malestar causados por una situación difícil que se resuelven por sí solos en un corto periodo de tiempo, los síntomas de la depresión son persistentes.

Los síntomas pueden afectar a la salud física y mental de las personas, así como a su forma de relacionarse socialmente. Muchas personas con depresión también sufren ansiedad. Los síntomas pueden incluir:

Síntomas mentales/emocionales:

  • Un sentimiento continuo de tristeza
  • Baja autoestima
  • Ansiedad constante
  • Sentimientos de impotencia, desesperanza o inutilidad
  • Culpa
  • Pensamientos de suicidio y muerte
  • Autolesiones

Síntomas físicos:

  • Cansancio y poca energía
  • Dificultad para concentrarse
  • Problemas para dormir
  • Falta de apetito
  • Pérdida de deseo sexual o problemas sexuales
  • Dolores físicos
  • Problemas gastrointestinales como dolores de estómago o diarrea

Síntomas sociales:

  • Falta de disfrute de actividades que antes eran placenteras
  • Evitar a otras personas, incluidos familiares y amigos
  • Dificultades en el trabajo o en el colegio

¿Cuáles son las fases de la depresión?

Se puede sufrir depresión en cualquier momento, y tanto los síntomas como la duración de la afectación varían según la persona. La gravedad de los síntomas suele variar, y muchas personas observan que algunos días son mejores o peores que otros.

Las personas con depresión leve o moderada no necesariamente van a desarrollar un empeoramiento progresivo, sobre todo si reciben tratamiento lo antes posible, pero otras personas empeorarán con el tiempo.

¿Cuáles son los primeros signos de la depresión?

Los primeros signos de la depresión pueden parecerse al cansancio o a la tristeza común; sin embargo, a diferencia de estos sentimientos normales, los signos de la depresión no desaparecen al cabo de unos días. Los primeros signos podrían ser:

  • Estar cansado todo el tiempo, tal vez con ganas de dormir durante el día
  • Pérdida de la moderación: comer demasiado o muy poco debido a la falta de apetito, o dormir demasiado o muy poco
  • Perder la concentración y tener dificultades para prestar atención, lo que puede provocar problemas en el trabajo y en las conversaciones
  • Pérdida de interés en las actividades que la persona normalmente disfrutaría
  • Sentir ansiedad
  • Pensamientos suicidas

Causas y factores de riesgo

Los estudios sugieren que la depresión está causada por una mezcla de factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos.

Las experiencias vitales que pueden desencadenar la depresión pueden ser una situación continua, como otra enfermedad, o un problema temporal, como problemas en el trabajo o dificultades en una relación.

¿Qué causa la depresión?

Las causas de la depresión difieren según la persona afectada, aunque pueden estar relacionadas con problemas comunes como las preocupaciones económicas, enfermedades, el parto, problemas de pareja o la pérdida del trabajo. Sin embargo, aunque puede haber un desencadenante evidente, a veces las personas desarrollan una depresión sin motivo aparente.

También puede ocurrir que una cadena de acontecimientos vitales conduzca a la depresión; por ejemplo, la ruptura de una relación de pareja que conlleva dificultades en el hogar y el trabajo, seguida de la pérdida del empleo y las consiguientes preocupaciones económicas; ningún acontecimiento aislado causó el trastorno, pero la acumulación de problemas culminó en depresión.

Las causas de la depresión pueden ser:

  • Antecedentes familiares de depresión
  • Acontecimientos estresantes, como un duelo o la pérdida del trabajo
  • Dar a luz: los cambios hormonales y físicos pueden provocar una depresión perinatal o posparto
  • Sentimientos de soledad y aislamiento
  • Beber demasiado o consumir drogas: el alcohol afecta a la química del cerebro, lo que aumenta el riesgo de depresión
  • Un problema de salud de larga duración, como una enfermedad cardíaca o un cáncer, o un daño cerebral

¿La depresión es hereditaria?

Las personas con antecedentes familiares de depresión son más propensas a presentarla ellas mismas. Esto significa que si alguien tiene un progenitor o un hermano con la enfermedad, es más probable que la desarrolle.

¿Quién puede sufrir depresión?

La depresión puede afectar tanto a niños y jóvenes como a adultos. En la edad adulta (incluso en los adultos mayores) puede coexistir con otras enfermedades médicas graves, como la diabetes, el cáncer, las enfermedades cardíacas y la enfermedad de Parkinson. A veces, los medicamentos tomados para enfermedades físicas como estas pueden causar efectos secundarios que contribuyen a la depresión.

Los trastornos depresivos son frecuentes en las personas mayores, y pueden ser una continuación de problemas anteriores o pueden clasificarse como depresión de inicio tardío si aparecen por primera vez después de los 60 años.

¿Cuánto tiempo se puede vivir con depresión?

Las personas con depresión pueden sufrir uno o dos episodios, o puede ser recurrente a lo largo de su vida.

La gravedad de los síntomas y su duración varían. Los tratamientos y las terapias pueden ayudar a reducir los síntomas y evitar que la enfermedad empeore.

Diagnóstico

No existen pruebas físicas para diagnosticar la depresión; sin embargo, el médico puede realizar análisis de sangre para descartar otras posibles causas de los síntomas, como un problema de tiroides. El diagnóstico suele hacerse tras consultar con un médico los síntomas que se tienen.

¿Cómo se diagnostica la depresión?

El principal método de médico de cabecera para diagnosticar la depresión es hacer preguntas sobre el estado de salud general del paciente y sobre cómo le afecta mental y físicamente la forma en que se siente.

Esto ayuda al médico a determinar si una persona está deprimida y si sus síntomas son leves, moderados o graves.

Prueba para diagnosticar la depresión

No existe una prueba única para diagnosticar o confirmar la depresión. Un especialista en salud mental hará preguntas sobre los síntomas, los sentimientos y las emociones, y realizará una evaluación clínica utilizando cuestionarios como el Inventario de Depresión de Beck II (BDI-II), que ayuda a medir la intensidad de la depresión.

Tratamiento y medicación

El tratamiento de la depresión puede consistir en una combinación de cambios en el estilo de vida, psicoterapia y medicamentos. El tratamiento recomendado para una persona se basará en si tiene síntomas leves, moderados o graves.

¿Cómo se trata la depresión?

El médico puede recomendar a una persona con depresión leve que espere a ver si mejora sin tratamiento activo pero con algunos cambios en el estilo de vida, como el aumento del ejercicio, la reducción del consumo de alcohol o la asistencia a grupos de apoyo. Si la depresión es leve, los pacientes pueden ser derivados a psicoterapia o se les pueden recetar antidepresivos.

A las personas con depresión moderada o grave se les puede recomendar una combinación de terapias y antidepresivos.

Medicación

Los antidepresivos son los principales medicamentos utilizados para tratar la depresión. Como existen muchos tipos diferentes, el médico trabajará con cada paciente para prescribirle el antidepresivo más adecuado. Los medicamentos utilizados incluyen:

  • Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS): actúan aumentando el nivel de una sustancia química conocida como serotonina en el cerebro. La serotonina desempeña un papel fundamental en el cerebro, ya que potencia la sensación de bienestar y felicidad, y ayuda al pensamiento, la memoria, el sueño, la digestión y la circulación. Los ISRS pueden tomarse a largo plazo, pero pueden tardar unas semanas en empezar a funcionar.
  • Inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN): si los ISRS no bastan para tratar la depresión, se pueden prescribir IRSN. Estos actúan aumentando las cantidades de serotonina y noradrenalina en el cerebro. Realizan cambios específicos en el cerebro y en las neuronas para regular el estado de ánimo.
  • Antipsicóticos: pueden utilizarse en el tratamiento de la depresión grave. Funcionan reduciendo los niveles excesivos de dopamina en el cerebro. También pueden afectar a los niveles de acetilcolina, noradrenalina y serotonina.
  • Estabilizadores del estado de ánimo: pueden ayudar a prevenir las recaídas de la depresión y a evitar que los estados de ánimo bajos interfieran en la vida diaria.

Los medicamentos pueden prescribirse junto con una terapia, como la terapia cognitivo-conductual, para aumentar sus beneficios.

Los pacientes con depresión psicótica tienden a responder mal a los antidepresivos, pero una combinación de neurolépticos y antidepresivos o una terapia electroconvulsiva puede ayudar a remitirla..

Terapia e intervención

Algunas terapias pueden recomendarse como tratamiento de la depresión, solas o combinadas con la medicación. Las terapias e intervenciones para la depresión pueden incluir:

  • Terapia electroconvulsiva (TEC): se trata de un procedimiento de estimulación cerebral administrado con anestesia general para tratar síntomas graves. Suele administrarse como una serie de tratamientos durante varias semanas, pero también puede ser eficaz cuando se necesita una respuesta rápida.
  • Terapia cognitivo conductual (TCC):ayuda a las personas a comprender y gestionar sus propios pensamientos y comportamientos. La TCC puede impartirse de manera presencial, por teléfono o en línea.
  • Orientación: ayuda a las personas a encontrar nuevas formas de afrontar los problemas difíciles de su vida.
  • Terapia interpersonal (TIP): puede ayudar a las personas a gestionar mejor las relaciones y las dificultades personales.
  • Mindfulness: ayuda a las personas a centrarse en el momento presente y en sus pensamientos y sentimientos, para ayudarles a desarrollar una mejor comprensión de su propio ser.

Dieta

Una dieta saludable es clave para la salud física y mental, y una nutrición equilibrada puede ayudar a las personas a recuperarse de los síntomas de la depresión.

Los estudios demuestran que existe un importante vínculo entre nuestro cerebro, nuestro intestino y los microorganismos beneficiosos que viven dentro de nuestro sistema digestivo (conocido como el «eje intestino-cerebro»), que puede afectar a la forma en que gestionamos los periodos de estrés.

Entre los alimentos que se cree que favorecen el estado de ánimo y la función psicológica normales se incluyen los cereales integrales, la fruta y las verduras. Los alimentos que contienen altos niveles de grasas saturadas, azúcares refinados, otros ingredientes muy procesados o cafeína pueden tener un efecto negativo en el bienestar psicológico.

Ejercicio

El ejercicio es beneficioso para la salud física y mental en general, y a menudo se recomienda como uno de los principales tratamientos para la depresión leve. El ejercicio regular ayuda a aumentar la autoestima y a promover un estado de ánimo positivo.

Uno de los posibles síntomas de la depresión es la sensación de tener poca energía, lo que puede hacer que el ejercicio parezca menos atractivo. El tipo de ejercicio que se haga no es tan importante como el tiempo que se dedique a la actividad física regular, por lo que las personas con depresión deben intentar encontrar algo que puedan hacer con regularidad, con pocos impedimentos. Por ejemplo, dar un paseo por el barrio (solo o con amigos), asistir a clases de gimnasia presenciales o por Internet, o deportes en grupo.

El ejercicio regular es especialmente beneficioso para las personas con depresión leve o moderada.

Prevención

Muchas personas con depresión se benefician de cambios en su estilo de vida, como hacer más ejercicio, reducir el consumo de alcohol, dejar de fumar y seguir una dieta saludable.

Otros cambios que se pueden hacer para ayudar a reducir los síntomas son:

  • Unirse a un grupo de apoyo o aprender más sobre la enfermedad, para comprender mejor por qué se sienten así
  • Evitar la tentación de fumar o beber alcohol para mejorar su estado de ánimo
  • Evitar el consumo de drogas
  • Considerar el impacto del trabajo: ¿es necesario tomarse un tiempo libre para recuperarse? ¿Volver al trabajo será realmente útil?

Se ha demostrado que los programas de prevención reducen la depresión en todas las comunidades. Entre ellos se encuentran los programas escolares para potenciar un patrón de pensamiento positivo en niños y adolescentes, las intervenciones para padres de niños con problemas de conducta para reducir los síntomas depresivos de los padres y mejorar los resultados de sus hijos, y los programas de ejercicio para personas mayores.

Estudios científicos

Se sabe que la actividad física ayuda a tratar y prevenir los síntomas de la depresión, pero todavía se están estudiando las razones. Esto incluye el estudio de los efectos antidepresivos del ejercicio sobre factores físicos como la neuroplasticidad (la capacidad de las células del cerebro para adaptarse a los cambios), la inflamación, el estrés oxidativo (que puede causar daños celulares) y el sistema endocrino, además de factores mentales y emocionales como la autoestima y el apoyo social.

También hay muchos estudios que analizan los efectos de la dieta en la depresión; por ejemplo, los efectos de los probióticos en la comunicación entre el intestino y el cerebro, y los beneficios de ciertos nutrientes.

Los estudios han demostrado que la microbiota intestinal (los microorganismos beneficiosos que viven dentro de nuestro sistema digestivo) está asociada no solo a las enfermedades gastrointestinales y a los trastornos metabólicos como la obesidad y la diabetes mellitus, sino también a los trastornos neuropsiquiátricos, incluidos los trastornos depresivos mayores. La microbiota es importante en el desarrollo de los sistemas cerebrales, y estudios recientes han demostrado que los microorganismos intestinales son capaces de producir y suministrar sustancias neuroactivas, como la serotonina y el ácido gamma aminobutírico, que actúan en el eje intestino-cerebro.

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